Hasta avanzada la segunda mitad del siglo XX existió una
concepción de unicidad en la forma de crear y desarrollar el conocimiento y,
por tanto, de hacer ciencia. Hoy se evidencia una diversidad sorprendente y, a
la vez, estimulante de buscar y encontrar el conocimiento, darle validez y
cientificidad. Procesos que reclaman docentes universitarios interesados, no en
repetir saberes, sino por el contrario, docentes cuya labor este íntimamente relacionada
con la construcción del conocimiento; en suma, docentes dispuestos a aprender y
desaprender para ser partícipes del desarrollo de la ciencia al servicio del
ser humano.
El docente universitario que realiza, orienta y apoya
procesos investigativos con otros docentes y estudiantes, tiene la posibilidad
de ser creador y constructor de conocimiento, a través de la experiencia
directa y sistematizada que le ofrece cada una de las etapas de la investigación
y los resultados de la misma.
Ellos, entre otros docentes, son conscientes de la
transformación, el cambio y avance del conocimiento, en tanto realizan nuevos
hallazgos en su trabajo de investigación. Es el docente vinculado a procesos
investigativos quien puede guiar con claridad, pero, ante todo, con autoridad,
el proceso de aprendizaje de los estudiantes ya que, es quien desarrolla su
propio conocimiento, teniendo en cuenta lo que otros investigadores han
encontrado; solamente ellos, a través de los resultados de sus indagaciones,
permiten en el devenir histórico, la construcción y consolidación de la ciencia (Hernández Arteaga, 2009).
La teoría crítica desarrolla la idea del docente
investigador que realiza ese trabajo desde la práctica, considerada como una
fuerza en sí, que actúa tanto a favor de la continuidad como del cambio social.
Mediante el poder de la práctica educativa e investigativa los docentes
desempeñan una función vital en la transformación del mundo caracterizado por
las tendencias globalizantes, pues el docente universitario es un ser humano,
que, como tal, está inmerso en una comunidad cultural, desde donde proyecta sus
valoraciones sobre ella con estudio y reflexión, determinando los elementos
afectivos de su integralidad, trascendiendo en sus relaciones como ciudadano
tanto como en su desempeño docente, vinculado a procesos de producción
científica en la universidad.
Este sujeto de la educación, está orientado hacia su función
de educador, formador e investigador, busca la eficacia del conocimiento con un
manejo de la didáctica en su disciplina, mediada por el currículo con impacto en
la realidad, observando la importancia de la influencia del contexto académico,
ligado a los modelos y procesos que determinan su formación como docente (Hernández Arteaga, 2009).
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